Un viernes más que me encuentro leyendo. Hace poco me metí en un club de lectura y para el mes de julio el libro que nos toca es Morder la manzana de la actriz, guionista y directora de cine Leticia Dolera. Había oído sobre la existencia de este libro, pero nunca me planté leer, no sé por qué. La cosa es, que uno de los capítulos, habla sobre el amor romántico, concretamente, sobre los mitos del amor y al leer uno de ellos, me ha venido la inspiración.
Como todas y todos sabemos, hay un mito que siempre, pero SIEMPRE nos han mencionado: el mito de la media naranja (o el mito japonés del hilo rojo). Actualmente, somos unos 7.770 millones de habitantes en el Planeta Tierra y según el mito del amor romántico, entre todas esas personas existe una que es tu “media naranja” (según el hilo rojo, casa persona está destinada a encontrarse con su alma gemela). Esa persona y tú estáis destinadas a encontraros y ¡qué casualidad! Habláis el mismo idioma y vivís en el mismo pueblo o en la misma ciudad. Qué cosas tiene el amor eh…
Como bien dice Leticia Dolera, el destino no decide por ti y esté escrito en algún lugar intangible que tienes que enamorarte de una persona en concreto, sino que tú decides compartir tu vida o parte de la misma con otra persona. Este mito nos hace creer que es la imperfección no debe existir en el amor, que nuestra mitad de la naranja tiene que encajar con nosotras/os. Nos hace creer, incluso, interiorizar que nuestro amor debe ser perfecto, que nuestras dos mitades deben adaptarse bien entre ellas, una simbiosis ideal. Eso crea mantras como “yo le haré cambiar” o “cambiará por el amor”, pero eso no es así. Las personas cambiamos por cosas de la vida y por decisiones que tomamos.
El mito de la media naranja también hace que nos cueste mucho separarnos de “nuestra mitad”, porque claro, estamos hablando de la media naranja. Si encaja bien con mi mitad y la naranja es perfecta, ¿para qué separarnos? ¡Si así me quedaré sola/o! Como siempre he dicho, MEJOR SOLA QUE MAL ACOMPAÑADA.
Tu pareja, trio o poliamor, lo que una/o quiera, no es algo para completarte, sino para compartir experiencias, opiniones, cariños, abrazos, risas… Que no tengas pareja no quiere decir que estés incompleta (y pongo en femenino porque este mito nos los han metido en la cabeza sobre todo a las mujeres). ¿Acaso las personas solteras no están completas? ¿Les falta un brazo o pierna? Una relación afectiva con otra/s persona/s no te hará más completa/o, simplemente, es una manera más íntima, digamos, para compartir tu vida. Al igual que los amigos y las amigas, la familia, las compañeras y los compañeros, tu perro, tu gato, tu pájaro… los y las que sean, son personas (o animales) que forman parte de tu vida elegidas por ti misma/o.
Todas y todos hemos pensando “jo, si tuviera alguien con la que hacer esto…” o “con pareja todo es más fácil”. Querida o querido, eso no es así. Tener una relación afectiva con alguien o con varias personas debe ser una elección y no una imposición. Por mucho que te digan que ese chico o esa chica es tu media naranja, o lo pienses tú misma/o, ten claro que no somos mitades, sino que naranjas enteras y pregúntate lo siguiente: ¿el zumo de naranja que creamos está rico?
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