He visto un vídeo que me ha cabreado, además, ocurrió en mi ciudad. Esa chica podría haber sido cualquiera de nosotras, de vuestras amigas, novias, hermanas... Podrías haber sido tu, podría haber sido yo. Por eso, hoy vengo a compartir una pequeña reflexión.
¡Buen martes!
Una pequeña reflexión
Hace ya unos cuantos años que se afirmó que la violencia contra las mujeres mata más que el terrorismo vivido en el país español. Creo que no hace falta hablar más de ello, las cifras oficiales lo confirman. Sin embargo, el problema de la violencia contra las mujeres en la pareja, es que la cifra negra es muy alta, es decir, que las víctimas no interponen una denuncia por cualquier razón y por tanto, oficialmente no se cuenta ese caso como violencia de género cuando en realidad lo es. Es un problema muy preocupante, pero también lo es el trato que reciben estas mujeres por parte de la justicia (por llamarlo así).
A causa del Covid-19, en muchos países, entre ellos España se ha llevado a cabo el confinamiento o la cuarentena, que nos ha obligado a permanecer en casa. La peor pesadilla de muchas mujeres, estar las 24 horas con su agresor. El 23 de abril de este año, se ha dado a conocer que desde el inicio del confinamiento, un total de 4.142 hombres fueron detenidos por la policía en España por violencia de género y diversos cuerpos de seguridad realizaron 153.730 actuaciones de todo tipo. Sinceramente, escalofriante, pero habrá muchas mujeres que no hayan denunciado, ni denuncien los malos tratos.
Nos cuesta entender por qué no denuncia y por qué sigue sufriendo esas agresiones, pero las razones son varias: miedo, inseguridad, desconfianza hacia el sistema judicial, estigmatización o etiquetamiento… Aunque nos cueste entender la situación de mujeres que han sufrido o sufren malos tratos, debemos centrarnos más en el agresor. Quiero decir, ¿por qué centrarnos en ella y no en por qué el agresor hace eso?
No debemos cuestionar a la víctima, sino al agresor, porque en ese momento esas mujeres viven con miedo y se sienten perdidas e inseguras, mientras que ellos siguen con su vida como si nada. Todos y todas (o casi todos/as) sabemos que la violencia contra las mujeres existe, que es un problema social, que la desigual[1]dad nos rodea y que todo ello y más viene del patriarcado. De mostrar y de demostrar todo eso se ha encargado el Movimiento Feminista, pero por mucho que siga adelante luchando, el patriarcado reacciona y utiliza armas para mantener el sistema que a él le interesa, como por ejemplo, dividirnos.
El discursito de la competitividad entre las mujeres es tan típico, que ya nos cansa y por tanto, utiliza otras armas como la violación, el abuso sexual, la violencia y el feminicidio, entre otros. Las sociedades son machistas y patriarcales, al igual que sus culturas y necesitan un cambio radical. Necesitamos que las sociedades sean igualitarias para todas las personas y por eso, movimientos como el feminista, LGTBIQ+, etc. son muy esencia[1]les para acabar de una vez con este sistema y esa masculinidad toxica, que lo único que hace es perjudicar a todas las personas.
Creo firmemente que el cambio social debe venir de todas y todos, como es en el caso de la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres, porque por mucho que las mujeres sigamos luchando, si los hombres no son conscientes y no realizan cambios, vamos a seguir igual, solo que dándoles cada vez más la tabarra. El cambio social y la igualdad entre mujeres y hombres vendrán con la implicación tanto de ellas como de ellos. Hemos avanzado muchísimo en esta materia, pero todavía queda un recorrido muy largo. Todavía hay hombres que piensan que eso de la igualdad es una tontería o que para que más si la igualdad ya está lograda, pero la realidad es que vivimos en una sociedad en la que se encuentra el espejismo de igualdad.
Como bien dijo un buen amigo mío “en nuestro día a día podemos ver miles de ejemplos basados en nimiedades, que a menudo confundimos con cortesía, como en ceder el paso. Muchos creerán que es un gesto de buena educación, que puede serlo, pero el problema viene cuando ese gesto solo es dedicado a las mujeres. ¿Por qué solo a ellas?” Eso es algo muy pequeño, que la mayoría pensará que no hay que darle importancia, que es por educación… Cuando solo se hace con mujeres, deja de ser un gesto por educación. Agradezco que me dejen pasar por la puerta de un bar, pero no hace falta que lo hagan porque sea mujer, porque aunque no lo parezca, muchos hombres lo hacen por esa razón “primero las damas…” vaya tontería, como si no supiéramos abrir la puerta y pasar sin que nadie esté sujetando la puerta.
A parte del día a día, en el ámbito laboral también podemos encontrarnos con el patriarcado. Por ejemplo, allí están la brecha salarial, la segregación horizontal, la segregación vertical, el acoso sexual y el acoso por razón de género, etc.
Además de estos dos ámbitos, también está la judicial que se pone en duda y se cuestiona constantemente a las víctimas de malos tratos por parte de su ex marido, marido, ex novio o novio. También se habla de denuncias falsas cuando en realidad no llegan ni al 0,1% de todas las denuncias por violencia de género. Vamos, reacciones del patriarcado para que “las locas e histéricas feminazis” no les quiten los privilegios que el sistema les ha otorgado.
Si todavía hay alguno (y alguna, que también las hay), le invito a leer el siguiente fragmento de la reflexión de un hombre:
“Yo creo que el cambio es posible. Creo en la igualdad y la defiendo a capa y espada. Muchas veces me equivocaré, muchas veces lo que opine será erróneo o carecerá de sentido, pero, por como he sido criado, no dejaré de defender todas esas causas justas que hay en el mundo, que a menudo parecen causas perdidas. Y es que son justamente esas causas las que más merece la pena proteger y ayudar, porque son las que nos dicen que hay algo en este mundo que no funciona, que hay algo que debe ser cambiado”.
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